Texto Carátula:
Adoramos la música de ballet. Cada vez que incluimos en nuestro
espectáculo el ballet leído "El
Lago Encantado" sentimos que se nos van los pies (para cualquier
lado), que se nos va el alma (a los pies) y, sobre todo, que se nos
va el público. Y esto es lo que más sentimos.
En la grabación, en vez de cinco músicos con instrumentos
informales, toca una sinfónica de 72 músicos. Si la escucha
con oído atento, usted notará que esta versión
es el doble de suntuosa, el triple de brillante y 14,4 veces más
numerosa.
MM: Hoy se representa el ballet de Mastropiero
"El Lago Encantado". El director de orquesta ya ocupa el podio,
va a comenzar la obertura.
El Lago Encantado refiere la historia de las doncellas embrujadas por
el Gran Hechicero, quien sólo por las noches las libera del hechizo,
durante el día las convierte en marineros. Narra el amor de la
doncella Malixendra y el Príncipe Vassili, así llamado
por su carácter dubitativo.
Se levanta el telón. La escena, a orillas del Lago Encantado,
es de noche.
Rogoflecto el salvaje esclavo negro del Gran Hechicero, vestido sólo
con un taparrabos de plumas multicolores, da vueltas alrededor de la
escena girando sobre sí mismo. Aparece la primera bailarina,
detrás aparecen la segunda, la tercera, la cuarta... son como
cuarenta. Las doncellas cautivas ocupan el escenario bailando en puntas,
tal vez para no despertar al Gran Hechicero. En los ceñidos tutús
de raso blanco que visten las doncellas, como es usual en las bailarinas
clásicas, no hay nada que se destaque especialmente. Rogoflecto
vigila a las doncellas girando a su alrededor. Las doncellas oyen que
alguien se aproxima y apresuradamente se internan entre los juncos,
Rogoflecto realiza una sucesión de “grand pirouettes”,
vertiginosos giros sobre una pierna y también desaparece entre
los juncos.
Entran de cacería el Príncipe Vassili, su amigo Ranaldo
y un grupo de aldeanos. Los cazadores comentan la ruda jornada transcurrida
dando pequeños saltos y diciéndose cosas al oído.
Vassili y Ranaldo visten atuendos de color gris perla; la capa del Príncipe
es celeste y tiene las borlas doradas; los aldeanos usan rústicas
vestimentas en la gama de los fucsias. Los trajes son muy ajustados
y marcan claramente las diferencias sociales. Rogoflecto aparece girando
en lo alto de un peñasco y espía a los cazadores. El príncipe
Vassili duda un instante y ordena detener la marcha para descansar.
Inician el descanso y el príncipe tras vacilar un momento, se
dirige al centro de la escena, ahora comienza a desplazarse velozmente
con sucesivos “grand jetés”, enormes saltos con las
piernas extendidas, Ranaldo y los aldeanos responden con elásticos
saltos en “assemblé”; todos realizan violentos “entechatsis”
batiendo las piernas en el aire vertiginosamente. El Príncipe
se detiene y da por terminado el descanso. Ordena reanudar la marcha
pero Ranaldo y los aldeanos, agotados, se niegan. Vassili, dubitativo,
se cubre el rostro con las manos. Ranaldo y los aldeanos aprovechan
para dispersarse entre los juncos; el Príncipe cuenta hasta treinta
y sale a buscarlos. Pero la salida de Vassili es interceptada por la
aparición de la hermosa doncella Malixendra. Rogoflecto se arroja
desde el peñasco en espiral, y sale girando a informar al Gran
Hechicero.
La hermosa doncella Malixendra ha aparecido erguida y con las manos
unidas sobre su cabeza, o sea en quinta posición de la danza
clásica. El príncipe, deslumbrado, duda un instante, hasta
que por fin la saca a bailar. Malixendra va hacia Vassili y le ruega
que libere a las doncellas; el príncipe la recibe en segunda
posición, es decir con los brazos abiertos; ambos bailan un romántico
y ardiente “pas de deux” en el que se expresan mutuamente
su amor con gran variedad de desplazamientos y en todas las posiciones.
El “pas de deux” es interrumpido por el Gran Hechicero,
todo de negro y con lentejuelas, con su esclavo Rogoflecto girando salvajemente
a su alrededor, el brujo presa de la ira, se incorpora a la danza en
un tenso “pas de trois”. Ahora Rogoflecto se agrega girando
velozmente y los cuatro bailan un dramático “pas de quatre”;
entran Ranaldo, los aldeanos y las doncellas, todos bailan un impresionante
“paspartout”. Faltan algunos aldeanos y doncellas que se
han demorado entre los juncos.
El Gran Hechicero desafía a Vassili a una pelea a muerte; el
príncipe, enamorado profundamente de Malixendra, por una vez
no vacila y decididamente, rechaza el desafío. De pronto de las
aguas del lago, envuelta en gasas plateadas surge el Hada Axágata,
helada, Axágata, surge como por arte de magia, toca el brazo
del príncipe con su varita mágica y lo inmuniza contra
maleficios por tres años. Ahora sí, sabiéndose
protegido, Vassili duda un instante y corre a batirse con el Gran Hechicero
sobre el enorme peñasco. Ranaldo, consuela a la desesperada Malixendra.
Sobre el peñasco se divisan las siluetas del príncipe
y del Gran Hechicero en interesante pelea. Ranaldo consuela a Malixendra,
cada vez más, la toma por la cintura y la sienta sobre sus hombros,
Malixendra se deja levantar. Comienza a amanecer. Rogoflecto vigila
a las doncellas girando incansablemente a su alrededor, sobre el peñasco
persiste la lucha y Malixendra sigue alzada.
A medida que va amaneciendo, las doncellas, en virtud del hechizo, comienzan
a convertirse en marineros. El Gran Hechicero sigue ocupado en su lucha
con el Príncipe y Rogoflecto continúa girando, ya un poco
cansado. Aprovechando esto, los marineros que van surgiendo forman parejas
con las doncellas que todavía no se han transformado. Los marineros
bailan con las doncellas. Con las primeras claridades del día
van saliendo de entre los juncos algunos aldeanos que con gran estupor,
traen de la mano a sendos marineros, algunos aldeanos llegan incluso
huyendo despavoridos. El Príncipe arrastra al Gran Hechicero
hasta el borde del peñasco, vacila brevemente y lo arroja al
vacío. Con la derrota del brujo se desvanece el maleficio y todos
los marineros recuperan su forma de doncellas, menos tres que resultan
ser marineros de verdad. Eufóricos y felices las doncellas y
los aldeanos bailan en una pierna; los tres marineros se retiran discretamente.
El príncipe baja del peñasco y se arroja en brazos de
Malixendra, pero allí, en brazos de Malixendra está Ranaldo.
Vassili duda del amor de Malixendra, duda de la amistad de Ranaldo...
y ya no le cabe ninguna duda. Todos se alejan del atormentado Vassili.
Asoma el sol; el salvaje Rogoflecto, extenuado, da vueltas en derredor
buscando a su amo el Gran Hechicero; pese a estar ya totalmente mareado
se lanza a girar desenfrenadamente y choca contra el peñasco.
Va cayendo el telón, un tenue rayo de sol ilumina a Vassili agobiado
por la duda y a Rogoflecto rodando hacia el Lago.
(Abucheos,
silbidos)
CLP: Señores
tranquilidad por favor, tranquilidad señores, un momentito, inmediatamente
vamos a representar otro final del ballet, silencio por favor y no rompan
nada.
MM: Todos
vuelven a su lugar, se va representar el otro final del ballet “El
Lago Encantado”.
Vassili duda del amor de Malixendra, duda de la amistad de Ranaldo...
pero Malixendra arrepentida va al encuentro del Príncipe y los
tres se abrazan emocionados. Ranaldo y los aldeanos inician una despreocupada
danza, con un grupo de doncellas. Ahora desaparecen con ellas detrás
del peñasco. En medio de la alegría nadie repara en que
el Gran Hechicero está volviendo en sí, lanza una diabólica
mirada a su alrededor, se yergue vigorosamente ante varias desprevenidas
doncellas y las conduce gentilmente hacia el peñasco. Al ver
esto, Rogoflecto entusiasmado por primera vez deja de girar, sale corriendo
y también desaparece detrás del peñasco. Vassili
y Malixendra festejan el reencuentro en una danza exultante. Desde el
peñasco vuelven algunas doncellas despeinadas, con las ropas
en desorden y sonriendo con placidez. Las doncellas que quedan, mejor
dicho las que quedan doncellas, forman fila a la vera del peñasco.
(Grandes
aplausos y grandes toses)