Ciclo
de Sonatas Op.17
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"Los
Clásicos de Les Luthiers"
Teatro Roxy, Mar del Plata, Buenos Aires, Febrero de 1981 |
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MM: En la
primavera siguiente, Mastropiero viajó a Praga y conoció
personalmente al matrimonio von Lichtenkraut. Para Mastropiero, verla
a Gundula, enamorarse perdidamente, caminar toda la noche desesperado
a orillas del Moldava, pasarse dos días borracho en una taberna,
y componer durante una semana la sonata nº 2 del Opus 17 pensando
en ella... fue todo cuestión de un instante. La noche del estreno,
las miradas que Gundula lanzaba hacia el palco ocupado por Mastropiero
parecían indicar que ella tampoco permanecía indiferente.
En esta sonata nº 2, el compositor, reflejando sus sentimientos por
Gundula, otorgó el lucimiento mayor a la parte del piano, como
pudo comprobarlo el público de Praga en la noche de su estreno.
(Mientras la pianista tiene partes de gran lucimiento, el violinista solo toca unas pocas notas de acompañamiento)MM: Gundula, fiel al respeto debido a su esposo, sentía que no podía corresponder a los requerimientos amatorios de Mastropiero. Hasta que una tarde, comprobó que podía perfectamente. Los encuentros entre Gundula y Johann Sebastian se hicieron cada vez más frecuentes, y la vorágine pasional que vivieron ambos se refleja en la sonata nº 3 del Opus 17 de Mastropiero, que el matrimonio von Lichtenkraut estrenó en el otoño siguiente con la presencia del compositor. Llamó la atención del público de esa noche, la excesiva importancia asignada por Mastropiero a los solos de violín. (Mientras Rudolff debe tocar largos pasajes solo, Gundula abandona el piano para encontrarse con Mastropiero tras el escenario)MM: Rudolff descubrió el engaño. Increpó duramente a Mastropiero. Mencionó la palabra duelo y dijo algo acerca de sus padrinos; ante la pasividad de Johann Sebastian, mencionó la palabra cerdo, y dijo algo acerca de su madrina. Entonces Mastropiero por fin reaccionó y enfrentando a von Lichtenkraut le dijo: ¿qué nos está pasando Rudy? Von Lichtenkraut le arrojó un guante a la cara. Mastropiero comprendió entonces que ya no podía rehusar el desafío; al día siguiente, envió a sus padrinos a concertar un duelo con von Lichtenkraut; puso en orden sus papeles, escribió una patética carta a Gundula... y huyó de Praga. Gundula, desilusionada y arrepentida, volvió a los brazos de Rudolff, más enamorada que nunca. Mastropiero, resentido con ambos, compuso la sonata nº 4, última del Opus 17, con extrañas indicaciones en la partitura, que Gundula y Rudolff von Lichtenkraut, forzados por contrato a ejecutar su música, se vieron obligados a respetar. (Rudolff debe ejecutar complicadas y molestas posturas, y golpear a Gundula de vez en cuando, así como bajar la tapa del piano finalmente sobre sus manos) |
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