MM: ¡Oh... carta de Elisabeth!.
¡Oh, hermosa muchacha, cuánto me amas!; veré que
me dices en tu carta y compondré una sonata
inspirada en ella.
A ver...
"Querido Johann: he pensado
mucho en nosotros, sabes cuánto admiro tu arte..."; je,
je, je... oh, oh; "¡aleluya!, eres un artista de verdad"...aja
eh... eh... eh... Y ahora, ¿cómo sigo? ¡Ah, ya sé!
"Querido Johann, los primeros días te he echado mucho de
menos, me he sentido muy sola entre esta gente desconocida".
"¿Por qué nunca quisiste pedir mi mano?.
"Querido Johann, siempre recuerdo aquel atardecer en que caminábamos
por el bosque de Regenwald, y todo era hermoso, la alondra cantaba...,
los grillos cantaban también, también las golondrinas,
y también las montañas... y también las montañas
eran hermosas.
Recuerdo cómo nos acostamos sobre la hierba, tus besos, tus fuertes
abrazos, y cómo se avivó la llama de nuestro amor y ocurrió
aquello. Aquello... fue bastante agradable?.
Johann, qué afortunada soy en tenerte como confidente, aleluya,
eres un amigo de verdad.
La semana pasada concurrí a uno de esos tediosos bailes en casa
de la duquesa de Genoux.
Era un agasajo al joven y apuesto duque Alfredo, que regresaba del Caribe.
CORO:
Azúcar, caliente!!
MM: El
joven y apuesto duque Alfredo insistió en que lo acompañara
a otra fiesta, una fiesta íntima!.
Luego fuimos a su palacio; aleluya!, un palacio de verdad.
Me llevó a conocer el gran salón de baile, las caballerizas,
las pajareras, y por fin, su alcoba y allí apasionadamente me..."
(A Daniel) Largá un poco!!
"Nunca olvidaré ese torrente de pasión; y una vez
más, sobre la alfombra, colgados de la araña, en la bañera...
¡Aleluya, aleluya, por fin un hombre de verdad!"